En portada: Bruja | Por Karmele Etxeandia

La fotografía de Karmele Etxeandia (Leioa, 1992) es una ventana a los más oscuros recovecos de su alma. Huyendo del artificioso optimismo reinante en las redes sociales, la artista apuesta por una narrativa más visceral donde muestra su realidad, y la de muchas personas, desde un plano tanto corpóreo como inmaterial. Emociones como la tristeza, el dolor, la ansiedad o el terror suelen empapar sus piezas, a menudo utilizando relatos y elementos mitológicos como hilo conductor.

Etxeandia se dedica a la fotografía desde hace cuatro años aproximadamente, aunque su inquietud creativa ha estado presente desde niña, donde se manifestó con el dibujo. Según la artista vizcaína, el autorretrato la ha servido “como vía de escape, como una forma más de realizarse como artista”, y los conocimientos de edición fotográfica, para “darles magia y un toque pictórico a sus obras, sacando de su cabeza todas esas ideas que flotan”.  


Pregunta. Karmele, te dedicas a la fotografía solo desde hace tres o cuatro años. ¿Cómo ha cambiado tu vida esta disciplina? 

Respuesta. Pues desde que descubrí la fotografía, sobre todo la pictórica, me escucho más a mí misma. Cómo estoy, qué idea tengo sobre esto… Reflexiono más y me tomo las cosas con más calma. Ha sido también mi camino del autoconocimiento y de la aceptación hacia mí misma. Siento que me machaco menos y que les doy una nueva dirección a esos pensamientos negativos y destructivos.

P. Como amante de la mitología, ¿con qué personaje te sientes más identificada y por qué?

R. Siempre he sido muy amante de la mitología griega, así que mi personaje favorito tiene que salir de ahí (risas). Si tuviera que elegir, creo que tengo claro que sería Artemisa. Desde que la descubrí me pareció increíble: diosa de la caza, deidad de las amazonas… Aunque lo que más me puede gustar de ella es que vive tranquila en su bosque, con sus animales. Ese puntito de soledad tranquilizadora en el que ella vive…, no me importaría nada tenerlo (risas).

P. Tu serie Complejos parece, al tiempo, una terapia de autoaceptación del cuerpo y un grito de protesta ante los cánones de belleza impuestos por la publicidad, el cine o la falseada realidad de las redes sociales. ¿Has notado una evolución en la percepción de ti misma tras la realización de estas fotografías? 

R. Sí que he notado esa evolución, cuando la realicé y a posteriori. Hablo por mí, cuando digo que estoy harta de que me bombardeen con cuerpos perfectos, con vidas perfectas que, si te fijas en la realidad, no existen. Desde pequeña he sentido la presión de que por estar gorda ya no era válida, que tenía que estar a dieta, comer menos, hacer más deporte “para estar sana”, cuando muchas veces lo que veía en la expresión de los demás es que era “feo” no estar delgada.
En parte, creo que esta serie ha sido un proceso de maduración. Los años nos dan una visión diferente: a los 20, midiendo 1,80 y pesando 64kg, me sentía gorda y horrible. Y ahora, casi en los 30, peso más, pero me veo bien y me siento cómoda con mi peso y mi talla, y ninguna marca de ropa me va a hacer sentir peor. En cambio, antes sí que era una tortura ir de compras, me deprimía mucho no poder comprarme ropa en las tiendas donde compraban mis amigas. Ahora ya mando todo a la mierda sin ningún complejo, sobre todo a los cuerpos “perfectos” vía redes sociales que nos quieren meter a tornillo por los ojos.

P. Hablando de redes sociales… Tú apuestas por un contenido alejado de la positividad tóxica que, lejos de surtir un efecto amable para la salud mental, tanto del creador como del consumidor, generalmente parece producir un efecto destructivo. En este sentido, ¿qué tipo de perfiles sigues?

R. Pues lo que más suelo seguir por redes sociales son a artistas: Fátima Ruiz, Sonia Neisha, María Jett, Olatz Vázquez, Ana Becerra… En cuestión de fotografía, son mis favoritas. Todas tienen un trabajo personal muy fuerte y potente, y creo que se alejan de lo que se podría llamar “normal”. Al final, a través de su fotografía cuentan sobre ellas, nos dejan un pedazo de ellas. Y eso no lo hace todo el mundo.
Y luego, ya como apunte, sigo muchas cuentas de ilustración. Son una gran fuente de inspiración y de reto, ya que muchas veces veo una idea de una o de otra cuenta y me reto a mí misma a plasmarla en mi fotografía.

P. Siempre quisiste dedicarte al dibujo, aunque finalmente te inclinaste por la fotografía… ¿Qué te ofrecen la cámara y la edición que no te ofrecen el lápiz y el papel?

R. Creo que todo se resume en que no comienzo mi trabajo con una hoja en blanco. La ilustración y el diseño me gustan mucho, pero empezar desde el principio con un lienzo totalmente en blanco me da entre miedo y pereza, no os voy a engañar. Este año me he propuesto volver a dibujar y, de hecho, ya he realizado tres ilustraciones. Quiero ir superando ese miedo-pereza para sentirme también completa. Al final, si me pongo a pensar, me siento un poco multitarea entre fotografía, ilustración y escritura, pero es que las tres me llenan mucho, y eso es lo importante.

Me resulta triste que no podamos conservar las cosas, ya no solo por su belleza, sino porque al final nos estamos destruyendo a nosotros mismos

P. Desde mis ojos es una serie de fotografías en la cual recopilas una serie de paisajes y reflexionas sobre el impacto que tiene el ser humano en la naturaleza y, a su vez, cómo ha cambiado tu forma de ver el mundo. Cuéntanos cuál es tu visión al respecto a quienes no pudimos asistir a tu exposición en Portugalete.

R. Como dije en su día: al final, recopilo esas imágenes porque sé que en un futuro no voy a poder volver a hacerlas. El mundo está cambiando, ahora más rápido que antes. Como ejemplo, justo cuando expuse, se encontró una ballena muerta por residuos plásticos en una de las playas que fotografié. Mucho tenemos que ver los humanos en ello. Me resulta triste que no podamos conservar las cosas, ya no solo por su belleza, sino porque al final nos estamos destruyendo a nosotros mismos. Siempre he tenido esa visión de la humanidad, de que somo autodestructivos y de que nos gusta mirar hacia otro lado.

P. Escribías en una de tus publicaciones para el reto El trashtero de Fátima Ruiz: “Tengo varios motivos, sobre todo personales, por los que no creer en ninguna religión ni en Dioses ni en nada. Que os juro, ¡que me encantaría!”. ¿En qué tienes fe?  

R. Estos años de pandemia han sido los peores de mi vida, y no precisamente por la pandemia. Mentalmente sí que afecta mucho lo que estamos viviendo, y el bombardeo de información con datos y estadísticas de muertos no ayuda. Pero, quitando todo eso, yo he tenido problemas familiares. Cuando realicé El trashtero venía de una muerte reciente, la de mi tía abuela, que había sido como una abuela para mí y que, aun viviendo a unos 200 metros, no pude despedirme de ella por el confinamiento. Eso me hizo reafirmarme en mis pensamientos. Y ahora, este último otoño, perdí a mi abuela de un día para otro, y a mi padre un mes más tarde, después de haber estado más de medio año luchando contra el cáncer.
La verdad es que, después de estos últimos dos años, no tengo fe en nada.

P. En tu última publicación decías estar bastante desmotivada a la hora de “crear cosas para una red social” y afirmabas que te apetecía hacer otras cosas con las que disfrutas más. ¿Se está cociendo algún nuevo proyecto creativo del que puedas adelantarnos algo? 

R. No exactamente. Yo creo que me siento un poco estancada, y por ello me he desmotivado. Las redes sociales tampoco ayudan, y tengo pensamientos contradictorios con ellas. En parte, pienso que son un escaparate en el que tienes que estar, pero no a costa de tu salud mental. Yo desde que abrí este perfil tenía claro que quería crear para mí, y solo para mí. Estar contenta con lo que hago. Y lo cumplo, lo tengo muy claro. Pero claro, luego pienso que después de estar horas editando, estudiando, pensando…, el único valor que tiene es un like y un vistazo de cinco segundos, y eso me desmotiva bastante.
En cuanto a que me apetecía hacer cosas con las que disfruto más…, pues en estos momentos estoy volviendo a dibujar. De momento, solo para mí. También tengo ganas de volver a escribir o volver a correr. Jugar a videojuegos, leer… También me voy a poner a estudiar diseño multimedia, y de momento, me apetece más esto que ponerme a editar. Tengo cosillas en mente para la fotografía, pero estoy un poco en “tiempo muerto”.

P. ¿Recuerdas alguna pesadilla recurrente de tu infancia?

R. Pesadilla como tal no, pero de pequeña sí que tuve episodios de parálisis de sueño, y eso no se olvida. Es la peor pesadilla que te puedes echar encima.

P. Cuéntanos lo que quieras.

R. Esta soy yo un poquito más en profundo, con mis ideas, mis tiempos muertos. La conclusión que he sacado durante estos años es que es mejor hacer lo que verdaderamente te gusta, por muy Mr. Wonderful que quede. Aceptarte con lo bueno y lo malo.


Sitios oficiales de la artista:
https://www.instagram.com/karmeleetxeandia/
https://www.behance.net/karmeleetxeandia